Cuando Podemos nació como partido político lo hizo en base a
una suposición, que hasta ahora se ha demostrado acertada. En España había un
desencanto masivo con la política, una ruptura de los consensos y métodos del
sistema democrático salido de la transición, y eso había provocado un divorcio
entre el sistema político y la ciudadanía que, sin embargo, no estaban sabiendo
aprovechar los partidos ajenos al bipartidismo. Había un espacio para una
fuerza nueva y rupturista, que se relacionase con el espíritu del 15-M y que
recogiese las demandas de Democracia real y justicia social.
Esa idea de Podemos se basaba en parte en las enseñanzas del
argentino Ernesto Laclau y su “razón populista”. Para Laclau la hegemonía
cultural solo se puede conseguir en momentos de quiebra del statu quo y
mediante el procedimiento populista. El populismo, para Laclau, consiste en la
absorción de las demandas sociales preexistentes que no tenían vehículo
político, intentando crear un todo coherente y un nuevo polo político que defienda
los intereses de todos aquellos demandantes, huérfanos de representación en el
sistema precedente.
Esta hegemonía se conseguiría, adicionalmente, cambiando el
significado de los “significantes vacíos” que forman parte del sistema
político, que son esos términos clave que no tienen un significado estricto
pero sí sobreentendido. “Democracia”, “libertad”, “patria”, “dignidad”,
“decencia”, son significantes que no tienen un significado tangible y estricto,
aunque si tienen uno socialmente aceptado. En momentos de desapego al
sistema político y a la estructura social, las personas dejan de aceptar los
significados establecidos de esos significantes (por ejemplo, la “democracia”
española ya no es concebida de la misma manera y por eso la gente pide
“democracia real” o canta “lo llaman democracia y no lo es”). En ese momento,
se pueden cambiar los significados para que se acerquen a la cosmovisión que se
quiere plantear.
Cuando los dirigentes de Podemos hablan de democracia lo
hacen siempre introduciendo algo adicional a su significado tradicional, el de
“democracia económica”; cuando hablan de “patria” están intentando reconfigurar
su significado, alejándolo de banderas e himnos y acercándolo al de “pueblo”,
etc. Esto es apropiación de los significantes vacíos.
La estrategia hegemónica de Podemos tiene como desembocadura
final un proceso constituyente. Esta nueva hegemonía debería llevar a Podemos a
ser quien gobierne en solitario (y por tanto con mayoría absoluta) y,
posteriormente, iniciar una reforma constituyente que “abra el candado del 78”
para poder reconfigurar el país en base a las nuevas demandas ciudadanas y a la
voluntad actual de la población.
Podemos, por tanto, debe pensar que va a ser capaz de reunir
a la mayoría de población bajo sus siglas, o incluso más: Para una reforma
total de la constitución se necesitan 2/3 de los parlamentarios de las cortes generales ¿piensa
Podemos que va a conseguir esa diferencia? La verdad es que es una apuesta muy
osada por no llamarla de otra manera.
De hecho ninguno de los partidos de nuestra actual
democracia ha conseguido esa cantidad de escaños. Incluso Felipe González en
1982, que es quien ha conseguido una mayoría más clara en nuestra democracia
reciente, se quedó en 202 diputados, lejos de los 234 que se necesitan para la
reforma agravada de la constitución ¿es ese escenario factible?
Según el planteamiento de Podemos, en momentos de colapso
institucional y crisis política grave se pueden generar nuevas mayorías. Eso es
lo que ha pasado en tiempos recientes en numerosos países de América Latina o
en la propia Grecia, por no irnos a casos más antiguos.
Pero vamos a analizar los casos. Miremos primero a Grecia,
con una caída del PIB del 25% en seis años y una destrucción económica y social
generalizada, donde Syriza pasó del 4,6% en 2009 al 36,4% de las recientes
elecciones. Si Syriza está pudiendo gobernar cómodamente (y cuidado, que ha
necesitado a ANEL para tener mayoría absoluta) es porque el sistema electoral
griego da una prima de 50 escaños al partido ganador. Si ese 36,4% se hubiese
conseguido con el sistema electoral español, hubiese quedado lejos de la
mayoría absoluta y por supuesto lejísimos de poder generar una reforma
constitucional. Con el sistema español se necesitaría ganar en casi todas las
provincias y tener un porcentaje bastante mayor a ese 50% para poder generar
una mayoría de reforma constitucional. Un ejemplo: Cuando Felipe sacó los 202
diputados tuvo más de un 48% de votos, y tan solo se vio perjudicado en 5
provincias por quedar 2º fuerza (de 52).
Este es el caso europeo más claro que tenemos, pero Podemos mira mucho a las
repúblicas americanas. El problema es que en América los regímenes son
presidencialistas y, por tanto, el propio sistema empuja a que un candidato
saque más de un 50% en una segunda vuelta presidencial, algo que no pasa en los
sistemas parlamentarios europeos. Miremos por ejemplo Argentina, otra víctima
de la destrucción económica después del corralito. Néstor Kirchner quedó en la
primera vuelta de las elecciones argentinas de 2003 en segundo lugar con un 22%,
algo por detrás de Menem. Sabiendo Menem que no iba a ganar la 2º vuelta se
retiró, llegando Néstor a la presidencia con ese escaso apoyo y compleja
legitimidad. No hubo aquí ninguna “hegemonía” Kirchnerista previa, fue el
sistema el que dio el poder a Kirchner y luego fue su acción de gobierno la que
le granjeó futuro apoyo, algo que en España no hubiese pasado así por la
naturaleza de nuestro sistema electoral.
También pasó algo parecido en el Ecuador de Correa, que ganó
en una segunda vuelta después de haber sacado en la primera poco más del 22%.
En otros casos, como Bolivia y Venezuela, la situación fue distinta pues
Morales y Chávez si llegaron al poder con un enorme apoyo popular directo, sin
embargo incluso Chávez no pudo llevar a cabo su segunda reforma
constitucional en 2007.
La cuestión es que en regímenes presidencialistas se puede
llegar al poder sin haber construido una hegemonía o sin tener un claro apoyo
mayoritario, pero eso en los sistemas parlamentarios no es tan fácil, y menos
hacer reformas constitucionales si éstas están agravadas. En Europa es
necesario el pacto, el acuerdo y el apoyo de otros partidos.
Podemos parece creer que puede ganar por una amplísima
mayoría y llevar a cabo una reforma constitucional. Se equivocan. España se
dirige a un escenario pluripartidista y si se quiere hacer un cambio constitucional
no va a haber más remedio que pasar por el pacto y el acuerdo con los
diferentes. Llegar al poder después de arrasar con un 55% de los votos para
poder cambiar la constitución no es un escenario realista, ni a corto ni a
medio plazo.
Así pues va a ser necesario que unas cuantas fuerzas se
pongan de acuerdo para hacer cambios constitucionales en España. Que Podemos
tenga claro que, si quiere cambiar la constitución, va a tener que contar con
otras fuerzas y, por tanto, va a tener que reducir sus demandas a los mínimos
comunes aceptados por las fuerzas de cambio. Y digo varias porque en España hay
una fuerza absolutamente inmovilista, que es el PP, y al final va a ser
necesario un acuerdo general entre el resto de fuerzas si se quiere sacar una
reforma profunda adelante.
¿Sabéis lo que hubiese pasado en España si la AP de Fraga
hubiese sacado en las constituyentes 100 diputados en vez de 20? Que en España
no hubiésemos tenido una constitución, UCD no se hubiese atrevido a hacerla. Si
se hizo es porque ese parlamento fue reformista, con grupos importantes a favor
de una constitución (PSOE, PCE, etc) y otro bastante versátil (UCD). Ahora necesitamos un escenario parecido, pero de fuerzas a favor del cambio constitucional.
Podemos podrá gobernar en España, pero a corto plazo no
podrá hacerlo en solitario. Podemos podrá ganar por mayoría absoluta en el
futuro, pero nunca podrá reformar completamente la constitución por ellos
mismos. Podemos debe ser consciente de esto, por mucho que propagandísticamente
tenga que decir lo contrario para movilizar a sus votantes potenciales.
Llevo diciendo mucho tiempo que el cambio en España llegará
por un nuevo consenso entre las fuerzas emergentes y nuevas, no por una fuerza
salvadora que haga todo el trabajo. Podemos, Ciudadanos, UPyD, IU, lo que quede del PSOE
y otras posibles fuerzas van a tener un papel relevante, nos guste o no.
Podemos no logrará la hegemonía Laclauiana, sino lo ha
conseguido Syriza tal y como está Grecia no lo va a conseguir Podemos. Sin
embargo sí podrá influir, condicionar y modular la hegemonía cultural existente
y el panorama político. Espero que estén preparados para ese futuro pactista y
ese poder limitado, porque ese es el único escenario realista.
Hola Pedro:
ResponderEliminarTodo esto me suena a dèjá vu...En cierta república bananera, también asaltaron el poder con los votos (y si tuvieron mayoría absoluta). Cambiaron constitución y leyes a su antojo...Y la situación no mejoró...
Yo también creo que tiene que ser de consenso. Todos colaborando. El poder para uno solo (como han sido los tres últimos años) solo deja desmanes. Pero parece ser que es mejor tener un mesias salvador según la visión de algunos...Ojala no nos equivoquemos nuevamente.
Saludos
Hola doctor,
EliminarLa cuestión es que aquí, por nuestro sistema parlamentario y por nuestro mecanismo estricto de reforma de la constitución, es bastante complicado que se pueda imitar cualquiera de los procesos que se han dado en latino-américa. Además, parece que nuestro futuro cercano pasa por un parlamento plural sin mayorías claras, lo que nos lleva necesariamente a la necesidad de consenso y acuerdo puntuales, no necesariamente entre todos pero sí entre varios.
Saludos,
Cuando se parten de premisas falsas se llega a conclusiones erróneas. Evidentemente, todos los partidos políticos, al menos los serios, se presentan a las elecciones para gobernar. Y para gobernar presentan un programa político, una hoja de ruta, un compendio de sus demandas, que en el caso de PODEMOS, trata de recoger, como bien señalas, esas que la ciudadanía expresó en las plazas durante el 15M. En ningún caso y bajo ningún concepto se puede confundir "el culo con las témporas" para llegar a afirmar que un partido político - cualquiera, te dejo elegir - pretende establecer una hegemonía total y absoluta, porque eso responde a planteamientos ideológicos alejados del concepto de democracia occidental, que como todo el muindo sabe tiene etiología liberal.
ResponderEliminarEvidentemente, PODEMOS no pretende, y si lo pretendiese yo no estaría en ese partido, implantar una dictadura de partido único sino romper el bipartidismo para constituir un espacio político plural en el que el pacto sea la única manera de gobernar. Cualquier otra cosa obedece, bien a planteamientos totalitarios, bien a intoxicación mediática teledirigida.
Evidentemente que PODEMOS lleva en su ideario impulsar un proceso constituyente pero en ningún caso desde posiciones totalitarias o hegemónicas sino a través del consenso con el resto de fuerzas políticas en un Parlamento plural. Eso, amigo, se llama democracia, con mayúsculas: DEMOCRACIA. Lo otro es otra cosa y tiene un nombre muy feo.
Enrique,
EliminarCreo que estás equivocado y creo que es porque no me has entendido bien.
Cuando hablo de "hegemonía" no estoy hablando de una hegemonía política total y permanente. Hablo de hegemonía política durante un periodo, producto de una hegemonía cultural previa que haya generado el caldo de cultivo para una hegemonía política clara.
Esa hegemonía no es una dictadura como parece que has entendido, es un gobierno con fuerte apoyo y manos libres. Felipe González tuvo la hegemonía política más de una década y no hubo una dictadura (aunque sí un rodillo político). En cualquier caso, como he dicho en el texto, la hegemonía que sería necesario crear sería mayor que la que tuvo González.
Una vez claro esto, creo que te equivocas en cual es el planteamiento de Podemos. Podemos no se ha presentado como una fuerza con la intención de conseguir un poder relativo y, mediante el pacto, llegar a implantar políticas, Podemos ha llegado al escenario con la intención de ganar por una mayoría muy holgada que le haga no tener que depender de nadie ni pactar con nadie (más allá de sus propias tendencias interiores o partidos asociados a sus procesos electorales).
Prueba de ello es el discurso de hegemonía que tienen, sus mentores ideológicos o, si quieres algo más tangible, su nulo interés en reformar el sistema electoral. Fíjate, todas las fuerzas ajenas al bipartidismo quieren reformar el sistema electoral y han criticado los "rodillos" en las legislaturas de mayoría absoluta ¿Por qué Podemos no lo ha hecho? Porque aspira a ser hegemónico y, por tanto, a aprovechar las ventajas del sistema electoral y de la mayoría absoluta.
Podemos no intenta cambiar el bipartidismo por el pluripartidismo, pretende sustituir el bipartidismo que es diferente.
Aún así, y es en lo que quiero incidir, llegar a una mayoría clara a corto/medio plazo es muy difícil, pero es que llegar a una mayoría de reforma constitucional para hacer el famoso "proceso constituyente" es sencillamente imposible. Y Podemos actúa como si ignorase eso cuando no puede hacerlo: Si quiere cambio constitucional tendrá que pactar.
Saludos,
No creo que haya ningún partido político serio que aspire a otra cosa que a gobernar con el máximo respaldo electoral posible. Desde luego que hay partidos que pretenden rascar bola en el reparto, a ver si les toca un trocito del pastel, pero ya no me interesan esos partidos. Eso no quiere decir que los partidos políticos con vocación de Gobierno estén convencidos de que van a conseguir 350 escaños y que sin esos 350 escaños no van a poder implementar su programa político porque, insisto, eso es otra cosa.
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